La pasada década (bueno, depende de si la década empieza hoy o en 2011) escribí la última entrada de este blog, en la que os deseaba una feliz entrada en el nuevo año y que este año que empezamos hoy venga bien cargadito de buenas noticias. Esto último lo sabremos el próximo 31 de diciembre. Lo que sí que sabemos ya es que hemos tenido una buena entrada de año.
La primera foto de grupo de 2010. ¿Este año Juan posará sin reparos?
Acostumbrados a viajar en nochevieja, alquilando una casa rural entre varios amigos, como hemos hecho en los últimos años, este año se me ha hecho raro arrancar la última página del calendario en casa de mis cuñados. Más que nochevieja parecía que estábamos celebrando un cumpleaños. Eso no quiere decir que no lo haya pasado bien, pero no deja de hacerse raro.
Además este año he decidido no tomarme las doce uvas. En su lugar me he tomado doce agujeros de Filipino, para ver qué tal me supersticiono este año (creo que no debe existir el verbo supersticionar). Los hay quién se han tomado doce gominolas, otros doce marshmallows, otros nada (los más renacuajos), y los más clásicos han seguido con la tradición vitícola.
Colocando las gominolas en posición de ataque
Tampoco hemos hecho el paripé de meter las alianzas en la copa de cava, ni tomar las uvas (o lo que sea) a la pata coja. Como he dicho antes, una nochevieja atípica, pero agradable.
Mañana iremos a comer a casa de mis padres, así felicitamos el santo a mi padre en directo y nos ahorramos el móvil. De paso, y si el tiempo y el cansancio acompaña, me acercaré a contemplar la mascletà de año nuevo, que viene a ser como el tradicional concierto de año nuevo de Viena, pero a la valenciana.
Con respecto a la cena, con lo que ha sobrado tenemos para celebrar nocheviejas hasta Reyes. Supongo que algo se aprovechará para la cena familiar del día 2. Dicen que las sobras suelen estar mejor que la comida recién hecha.
Seguiremos informando los 364 días que nos quedan para acabar el año.