lunes, 23 de noviembre de 2009

Fin de semana en Biar (Alicante) - crónica del domingo

Tras la resaca de anoche con la arquitectónica Schweppes, hoy tocaba conocer el pueblo y sus maravillas arquitectónicas e históricas, entre las que se encuentra su castillo. Mientras el bloque humano decidía escalar hasta el castillo con la fuerza mecánica de sus músculos, la cobardía de los Danpateyu hacía que optasemos por escalar hasta el castillo con la fuerza mecánica de nuestro automóvil, opción que casi nos deja encastrados entre las angostas calles de la población. ¿Tanto cuesta señalar cómo narices se llega hasta el castillo en coche?

Una vez arriba, nos hemos llevado la ingrata sorpresa de que el castillo estaba cerrado por reformas, no sabemos si del plan E, o del plan F, pero que de cualquier modo nos ha privado de cotillear por su interior. Por lo menos hemos podido disfrutar de una bonita panorámica del pueblo, aunque el viento que soplaba ya empezaba a cortar el pensamiento.




Vistas de Biar desde su castillo


Hoy teníamos visita para comer. Se habían enterado que estábamos acompañados del célebre maestro arrocero J.L. Martínez, y se han dejado caer por aquí. Han sido bien recibidos por todos nosotros, especialmente por el "peaso" de tarta de chocolate que nos ha traído la amiga de Amparo, que cuando quiera puede repetir la jugada....

Lo más importante es que los niños se lo han pasado bien, y hemos tenido mucha suerte con la temperatura. Aunque nuestro maestro arrocero ha tenido que montar un bunquer con una sombrilla para que no se le apagara el fuego de la paella. Si es que no sabe aceptar los sabios consejos...la paella hay que hacerla a leña y luego ahumarla con pinocha para darle mejor sabor. Creo que no ha sobrado ni un solo grano de arroz, aunque la lástima es que haya sobrado tanta carne. Por eso me gustan más los arroces de pescado (a banda, negro, del senyoret, etc...), así que espero que el maestro, si lee estas líneas, tome buena nota.

Y ahora, para terminar, un pequeño tutorial de cómo hacer una buena paella: el sofrito. Por el maestro arrocero.



Hasta la próxima escapada.