domingo, 27 de septiembre de 2009

Un gran día con grandes amigos

Los teníamos tan cerca...y tuvimos que recorrer miles de kilómetros para conocerlos. Un mismo sueño, una misma meta (no la cerveza), la búsqueda de un preciado tesoro nos unió en la capital de la Unión Africana.
A los pies del monte Entoto, cuna de la civilización humana (blancos, negros, amarillos...todos descendemos de Lucy), fuimos a empezar una nueva vida, y como bonus nos trajimos en la maleta unos buenos amigos, que además son unas grandes personas. También metimos en la maleta un cartón de Nyala, pero de eso ya no queda nada.
Hoy les ha tocado hacer de anfitrionas a María y la pequeña Zinash, que nos ha recibido con un traje de faralaes rojo con puntitos negros. Estaba guapísima. Cómo ha cambiado desde aquel último día de febrero en que la conocimos en Mimenalu. Juan no ha podido venir. Dice María que estaba por los montes de Navarra haciendo el cabra con sus cachorros. Yo no me lo he creído. Conociendole, seguro que estaba pidiendo un Mr. Smith en la terraza del centro comercial, y una Meta para que le baje mejor al sótano.
Algemesí nos ha recibido en fiestas: la semana taurina.


Una curiosa plaza de toros cuadrada, montada sobre una estructura de troncos haciendo de pilares, y unas gradas que casi parece que formen parte de la arquitectura municipal.

Después de estar jugando los niños por la plaza, hemos programado el GPS que Jose lleva en el estómago en busca de un lugar donde poder almorzar. Peaso de bocata de longaniza con tortilla de patatas que se ha jalado el beterano, acompañado de unos "cacaus i papes". Yo no me he quedado atrás, ya que he compartido con mi media naranja un bocata de calamares con mayonesa.

De ahí hemos ido directos a comer (todo el día comiendo), donde nos esperaban más amigos y una fideuà. Unos mejillones, esgarraet, patatas Amparín y más calamares han sido los teloneros del gastronómico concierto.

Después hemos ido a llevar a las chicas a su casa. De camino, atravesando los arrozales en plena siega, María nos ha llevado a una ermita, desde donde hemos podido contemplar las vistas de los campos. Eyasu les metía prisa a los agricultores mientras gritaba: "venga, daos prisa, que el caldo de la paella ya está hirviendo".

No queda mucho para que nos volvamos a ver: el puente de octubre vamos a juntarnos a 700 km de casa, pero...¿qué es eso comparado con la distancia que nos unió hace ya medio año?